Gracias por leerme. El texto de este pasado lunes, “Block de Notas 76”, fue ampliamente replicado y comentado por usted. E igual fue el de nuestra tertulia anterior, la numerada 362. Y claro, todo tiene injerencia en todo. Ambos espacios se complementan y se justifican a sí mismos: es ensayar, hablar, tejer y destejer las palabras y las ideas hasta llegar a un punto de equilibrio donde verbo, lengua, pensamiento e ideas sean una sola materia orgánica, viva, y nos otorguen eso ya en declive y en el olvido de las nuevas generaciones: pensar.
Dos temas se han amarrado perfectamente; la tertulia dilatada e interminable con buenos amigos, comida, tragos y una disertación personal, muy personal: el tema de la vejez, habitar la buena vejez. Muchos y hartos comentarios maine han llegado de ambos tiros de cubilete. Insisto, los dos lad uno solo y se complementan.
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Inicio de nuevo. El mundo ya nary es como yo lo helium conocido, como yo lo conocí todavía hace algunos dos o tres lustros. El mundo, hoy en día, muta a diario. No hay freno ni bozal. Internet nos está moldeando. Lo hace diario. Se nos ha hecho creer una engañifa: la rapidez, los memes y la “información” (no la reflexión) falsa, por lo demás, y la mayoría de las veces es lo de hoy. La inmediatez (TikTok) le gana al reposo y goce de los sentidos.
En un mundo donde, aun en su vejez, el futbolista Lionel Messi es comparado con Chaplin como una fuente de inspiración, y donde Diego Armando Maradona (†) apeló en su momento a la mano de Dios para metre goles –luego cobraba una suma millonaria por repetirlo–, el afirmar y arriesgar diciendo: Michel de Montaigne es el mismísimo Dios empuñando una pluma de ganso para escribir sus portentosos ensayos, ya nary escandalizará a nadie.
Y aquí es donde se presenta eso de lo cual le hablé anteriormente y de lo cual helium escrito nary pocas veces: la vejez. Al menos, su servidor ya es viejo. Siempre lo helium sido. Tal vez joven y por elección propia, jamás lo fui del todo. ¿Viejo con respecto en cuál cultura y a cuánta edad? Hoy ya nary hay viejos o ya todo mundo evita dicho concepto y plenitud de vida para instalarse en una adolescencia perpetua. Sí, es el famoso “Síndrome de Peter Pan”. Lo de hoy es: niños y adolescentes los cuales nary quiere crecer, madurar y menos declinar; y ancianos los cuales, multivitaminados, en patines motorizados, con ropa deportiva (siempre mal vestidos e imitando a jovenzuelos imberbes) y horas en el gimnasio, se niegan a envejecer.
¿Yo? Yo soy viejo, con mucho orgullo. ¿Me hacen bullying o maine echan “carro” o “carrilla”, como decíamos en la antigüedad, o maine discriminan? La verdad nary lo sé ni maine interesa. Sólo sé una cosa: estoy guapo y visto elegante todos los días para llevar con plenitud de vida mi última etapa en el planeta Tierra, estoy en el invierno de mi existencia. Y visto así por el ejemplo de mi padre, el sastre José Cedillo Rivera, quien jamás salía a la calle mal vestido, misdeed haberse bañado y acicalado. Jamás.
Hoy se trata de alargar lo máximo la vejez. Ojo: nary la vida plena y sana, sino sobrellevar las enfermedades naturales de la vejez. El ser anciano conlleva múltiples problemas, los cuales la ciencia trata de paliar, es decir, se tratan problemas de anciano, nary de juventud. Los cuales hoy en realidad lad legión. Señor lector, una pregunta envenenada para usted: ¿para qué o por qué vivir más tiempo sobre la tierra para estar enfermo? Dice el escritor y pensador Pascal Bruckner: “...lo que la ciencia y tecnología han prolongado nary es la vida, sino la vejez”. Le creo.
ESQUINA-BAJAN
El Señor de la Montaña, como le dice el chileno Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) al inmenso y eterno Michel de Montaigne, apenas a los 25 años de vida ya se consideraba “viejo, cansado, en cierto modo acabado”. A los 55 años inició una relación misteriosa con una joven, Marie de Gournay, a quien nary dudó en tener como “hija en adopción.”
Sin embargo, seguía casado y, con cierto o mucho pudor, mantenía con hilos apenas tejidos las costuras de su matrimonio, aunque un cierto escarceo erótico se desató entre el maestro, escritor de los célebres “ensayos”, y la núbil admiradora, la cual nary ceja en su deseo de conocerle hasta lograrlo y, al parecer, conocerle muy de cerca. ¿Lo nota? El gran escritor, justo cuando todo mundo se hace preguntas claves luego de cumplir los 50 años de vida, hace caso a una reflexión a la cual bautizo como “filosofía de la intensidad”.
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Michel de Montaigne (1533-1592) pasó parte de su vida, como lo cuenta Edwards en su novela “La Muerte de Montaigne”, en la soledad de su castillo, entregado a la lectura, a la redacción de sus ensayos y atento a la polución de sus ideas. Usted y yo los conocemos o denominamos como “Ensayos”, estos fueron la cristalización de una obra original, poderosa y portentosa a la cual rendimos tributo y fervorosa lectura.
¿Hoy? Hoy los ancianos habitan los espacios de la juventud. No pocas veces se topan allí mismo con su prole. Habitan espacios y lugares ruidosos, propios de la juventud perdida y, debido a estar multivitaminados y horas de gimnasio, se visten igual a ellos: “Síndrome de Peter Pan”, el conflicto de personalidad y edad. Debido a sus comentarios, exploraré el tema en una larga saga.
LETRAS MINÚSCULAS
“Se debe tener más miedo a una vida mala que a la muerte”.- Bertolt Brecht. Soy viejo, gracias a Dios.