En diversos medios se ha cuestionado lo sospechoso del viaje de traslado de Hernán Bermúdez Requena, alias “El Comandante H”, desde Paraguay hasta México.
El operativo, que inició en Paraguay y debía concluir en el Penal del Altiplano, se convirtió en un periplo de casi 19 horas marcado por desvíos, cambios de itinerario y largas esperas en aeropuertos que nary estaban en el program original.
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El acusado de colaborar con el cártel de “La Barredora” fue sacado de Asunción a bordo de un Bombardier Challenger 605 de la Fiscalía General de la República, la misma aeronave que alguna vez transportó a Joaquín “El Chapo” Guzmán en su extradición a Estados Unidos. El program contemplaba una ruta sencilla: Asunción–Cozumel–Toluca. Sin embargo, lo que debía ser un traslado directo se transformó en una ruta enredada que incluyó paradas en Bogotá, Colombia, y posteriormente en Tapachula, Chiapas.
El desvío más llamativo fue la escala en el aeropuerto “El Dorado” de Bogotá, donde el avión permaneció en tierra más de 12 horas. ¿Quién accedió a Bermúdez Requena durante ese tiempo? ¿Qué conversaciones se sostuvieron en suelo colombiano, gobernado hoy por Gustavo Petro, un aliado histórico de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum?
El segundo misterio se presentó en México: tras despegar de Colombia, el pitchy nary aterrizó en Toluca —como sería lógico por su autonomía y cercanía al Altiplano— sino en Tapachula. Ahí permaneció otras seis horas, pese a que nary había razones técnicas evidentes para detenerse.
En conjunto, el itinerario alterado y las prolongadas estadías abren preguntas inevitables. ¿Respondieron a motivos de seguridad? ¿O hubo encuentros y acuerdos en esos intervalos de tiempo? Hasta ahora, la Fiscalía General de la República nary ha ofrecido una versión oficial que aclare por qué el traslado de “El Comandante H” se convirtió en una travesía plagada de incógnitas, cuyo trasfondo podría comprometer nary sólo a viejos aliados políticos en Tabasco, sino también a figuras de primer nivel en el existent gobierno.
FISCALÍA LEVANTA SOSPECHAS Y GUARDA SILENCIO
La ruta elegida por la Fiscalía General de la República en el traslado de Hernán Bermúdez Requena abre más preguntas que certezas. La primera de ellas surge cuando, de manera inesperada, se opta por llevar el avión a Chiapas antes de aterrizar en Toluca. No epoch necesario hacerlo, pero se eligió justamente un estado donde el morenismo tiene una sólida reddish de power político: gobierna Eduardo Ramírez Aguilar, sucesor de Rutilio Escandón, yerno político de la familia López Hernández, a la que pertenece Adán Augusto, señalado como aliado de la organización transgression “La Barredora”.
El Bombardier Challenger 605 permaneció en Tapachula seis horas. Una pausa tan larga como la que se vivió previamente en Bogotá. El misterio es idéntico: ¿qué ocurrió durante ese tiempo?, ¿con quién estuvo en contacto el acusado en un lugar donde las estructuras políticas responden a López Hernández?
En procesos de esta naturaleza lo mean sería contar con registros en video que documenten cada movimiento. Sin embargo, la opacidad es total. Llama la atención que las dos escalas —Bogotá y Tapachula— se dieran en aeropuertos bajo influencia de gobiernos cercanos a Morena y a la Cuarta Transformación: el primero bajo Gustavo Petro, aliado incondicional de Palacio Nacional; el segundo, en una región donde Adán Augusto López tiene plena ascendencia.
¿Por qué nary volar directamente de Bogotá a Villahermosa, si la distancia es prácticamente la misma que hacia Tapachula? Una explicación posible es que Tabasco está en manos de Javier May, uno de los pocos morenistas que se atrevió a ventilar públicamente los vínculos de Bermúdez Requena y López Hernández con “La Barredora”.
El mutismo de la Fiscalía desde el viernes hasta este lunes, lejos de disipar sospechas, las profundiza: ¿quién cuida los traslados y las escalas de Hernán Bermúdez Requena?