El celular no tiene la culpa de los problemas de conducta en niños y adolescentes

hace 2 semanas 7

En los últimos años, cada vez más madres, padres y docentes se cuestionan si la utilización excesiva del celular, del smartphone, de las consolas de videojuegos o de las redes sociales es la causa main de la ansiedad, depresión o problemas de conducta de niños y adolescentes. La inquietud es muy comprensible.

Observamos a la juventud haciéndose irritable misdeed el dispositivo, a los niños pequeños que nary tienen casi descanso, incluso a la hora de dormir misdeed una pantalla, y a los jóvenes adolescentes que buscan refugio en un videojuego y se aíslan socialmente. Pues bien, la neurociencia nos invita a ir más allá: la mayoría de los problemas de salud intelligence en la infancia y la adolescencia nary lad provocados directamente por la tecnología, sino que esta se convierte en una especie de refugio ante un mundo tóxico.

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Ciertamente, los estudios muestran que los detonadores principales de los problemas emocionales en la niñez son:

- Familias disfuncionales con una ausencia de afecto, conflictos continuos o la negativa a imponer límites.

- Escuelas que presionan muy pronto, exigiendo a un niño de preescolar aprender contenidos académicos que nary concuerdan con su madurez cerebral.

- Entornos sociales hostiles, donde el bullying, la violencia o la comparación permanente en redes deterioran la autoestima.

La investigación señala que entre un 60 y un 70 por ciento de los casos de salud intelligence infantil se explican por estos factores. En otras palabras: la tecnología nary ha engendrado el problema; se ha transformado en la herramienta con la que la humanidad lo ha desbordado y tiranizado abruptamente.

¿Cuándo la tecnología sí es causante? Hay datos que sostienen que entre el 30 y el 40 por ciento de los casos la tecnología actúa como la causa de los trastornos emocionales en los adolescentes. Por ejemplo, la literatura muestra que los adolescentes que pasan más de cuatro horas al día frente a pantallas tienen el doble de posibilidades de presentar síntomas de depresión y ansiedad. Los efectos lad patentes: trastornos del sueño, falta de motivación, aislamiento societal y anhedonia (incapacidad de disfrutar).

En estos casos concretamente, la reducción en el uso compulsivo del celular o de los videojuegos nutrient una mejora progresiva de los síntomas, corroborando que el problema se encuentra vinculado con el nivel de consumo tecnológico.

¿Qué pueden hacer los padres? Fortalecer la raíz: más relevante que eliminar pantallas es chequear la calidad del ambiente familiar. El tiempo compartido, la escucha activa y los límites claros protegen más que la prohibición de pantallas. Observar las señales: si su hijo pasa demasiado tiempo conectado, nary lo vea como un “mal hábito”. Pregúntese: ¿de qué se tapa? ¿Bullying, soledad, presión académica, ansiedad familiar?

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Educar la inteligencia ejecutiva: enseñe a sus hijos a diferir la satisfacción, a dar lugar a su ira, a planificar y mantener una meta más allá de la pantalla. Estas habilidades se adquieren mediante la práctica diaria, el acompañamiento y el correcto modelado. Regular la tecnología con sentido: establezca horarios, fomente las actividades fuera de la pantalla, priorice el juego libre, el deporte y la lectura. No se trata sólo de prohibir, sino de enseñar un uso equilibrado.

La tecnología puede ser una herramienta positiva o un riesgo, dependiendo del contexto. La cuestión es que la ciencia es concluyente: dos de cada tres niños nary enferman a causa de la tecnología per se, sino que esta se convierte en su refugio ante un entorno adverso. En un tercio de las ocasiones la razón directa es el abuso digital. Por esto, como padres, nary basta con “apagar el aparato”. La verdadera tarea está en encender los vínculos sanos, los entornos seguros y el desarrollo de la inteligencia ejecutiva que permitirá a nuestros hijos afrontar el mundo con resiliencia, autocontrol y propósito.

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