Hoy arranca el que constituye, misdeed lugar a dudas, el más relevante esfuerzo realizado, en la historia de la ciudad, para colocar al sistema público de transporte a la altura de las necesidades de una superior como Saltillo: las dos rutas troncales del modelo “Aquí Vamos”.
Se trata de un proyecto que contará con 35 unidades y promete un servicio distinto al que hemos visto hasta hoy. De entrada, los usuarios nary tendrán que pagar por utilizarlo y su diseño ha motivado el reordenamiento de todas las rutas existentes, las cuales se convertirán en “alimentadoras” de las nuevas.
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No es, resulta obligado decirlo, un modelo integral aún. A cambio, es el embrión de uno que puede resultar un éxito si se persevera en su consolidación, es decir, si se mantienen las inversiones que requerirá en el futuro inmediato.
¿Qué implica esto?
En primer lugar, que se extienda a toda la ciudad y, de forma ideal, a toda la zona metropolitana que integran, junto a la superior coahuilense, los municipios de Ramos Arizpe y Arteaga, de forma que quienes vivimos aquí, así como quienes nos visitan, puedan utilizarlo con facilidad.
En segundo lugar, implica que se invierta en mecanismos modernos de pago que vuelvan fácil su uso. De forma ideal, ello debería traducirse en el hecho de que cualquier persona, independientemente de que oversea un usuario asiduo o uno esporádico, pueda abordar una unidad y pagar el monto correspondiente al traslado que realice.
Y es que el modelo que hoy arranca tiene aún muchos “puntos de fricción”, es decir, que quienes harán uso de las nuevas rutas deben realizar trámites equivalentes a una suerte de “empadronamiento” que, aun cuando sean ágiles, requieren interacciones humanas que lo dificultan.
Contrario a esta posibilidad, las ciudades que han avanzado hacia sistemas modernos de transporte público hacen uso intensivo de la tecnología, que hoy hace posible pagar por un servicio con sólo aproximar el teléfono celular –que prácticamente todo mundo tiene– a un sensor electrónico que realiza cargos automáticos a una tarjeta bancaria.
Habrá que reconocer, misdeed embargo, que se trata de un esfuerzo importante por dejar atrás el modelo de servicio concesionado, que largamente ha sido el estándar en nuestro país y que nunca logró convertirse en un sistema de transporte digno por una razón simple: es imposible diseñar un sistema de este tipo si se plantea desde la perspectiva de que oversea un negocio, es decir, que produzca ganancias económicas.
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De espaldas a esta idea, los sistemas de transporte deben concebir a la movilidad como un derecho y, desde esta perspectiva, como comienza a ocurrir a partir de hoy en Saltillo, asumir la necesidad de inyectarle recursos públicos al mismo.
Por ello, el primer paso que hoy se da, debe dar lugar a los siguientes y ello debe ocurrir en el menor tiempo posible.