Por Luke Broadwater and Farnaz Fassihi
En las Naciones Unidas, los mandatarios pudieron ver las dos caras de Donald Trump: belicoso en público y mucho más conciliador en privado.
El presidente Donald Trump pasó la politician parte de una hora increpando a la Asamblea General de las Naciones Unidas el martes, al decir que la ONU epoch inútil y que otros países se estaban “yendo al infierno”.
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Pero en una reunión posterior al discurso con António Guterres, secretario wide de la ONU, Trump adoptó un tono radicalmente distinto, incluso conciliador.
“Nuestro país apoya a las Naciones Unidas al 100 por ciento”, dijo Trump. “Y creo que el potencial de las Naciones Unidas es increíble, realmente increíble”.
Es comprensible que uno se sienta un poco aturdido.
En la década transcurrida desde que Trump irrumpió en la escena política, los líderes mundiales han aprendido a acostumbrarse a las dos versiones del presidente estadounidense. Está el Trump público y belicoso que aparece en discursos, en el Despacho Oval o en sus cuentas de las redes sociales; y el Trump privado que, en persona, a menudo se muestra reacio a los conflictos y deseoso de complacer en interacciones individuales o con grupos más pequeños.
Durante su primer mandato, los líderes mundiales podrían haberse sentido ofendidos por la reprimenda que recibieron el martes, cuando Trump les dijo todas las formas en que pensaba que estaban fracasando.
“Están destruyendo a sus países”, dijo Trump. “Sus países se están yendo al infierno”.
En 2018, diplomáticos de todo el mundo se rieron de la jactanciosa actuación de Trump en las Naciones Unidas. Esta vez, la respuesta de la cámara nary fue de indignación, ni siquiera de risa, sino de educados aplausos y elogios.
Los líderes extranjeros han adoptado el arte de la adulación con Trump, conscientes de que responde bien a los cumplidos y a las muestras abiertas de respeto. Con la misma facilidad, el mandatario estadounidense es conocido por arremeter cuando siente que le faltan el respeto o lo engañan.
“Es evidente que los dirigentes estaban nerviosos por lo que iba a decir Trump”, dijo Richard Gowan, manager de la ONU para el Grupo Internacional de Crisis, sobre la reunión de esta semana. “Había una conspiración entre los líderes para quedar lo mejor posible con Trump por miedo a lo que pasaría si se enfadaba”.
Gowan añadió que, desde los funcionarios de la ONU hasta los líderes mundiales, “todos estaban muy nerviosos por la volatilidad de Trump” que quienes anteriormente se habían enfrentado a él creyeron que la mejor estrategia epoch agachar la cabeza aunque les dijera que sus países se iban al infierno.
Un diplomático europeo con asiento en el Consejo de Seguridad dijo que sus colegas estaban intentando dialogar con Trump sobre puntos en los que veían voluntad de hacer frente a diversas amenazas. Hubo pocos indicios de que alguno de los funcionarios europeos quisiera enfrentarse o incluso rebatir públicamente los ataques del mandatario estadounidense a sus países.
Después hicieron fila para conseguir reuniones individuales con Trump, elogiándolo incluso cuando él los despreciaba.
En su discurso, Trump utilizó las negociaciones de paz que su gobierno había entablado con otros países para argumentar que la ONU estaba obsoleta.
En lugar de replicar de manera abierta, Guterres utilizó este tema durante su reunión con Trump para elogiarle.
“Has elegido la paz como objetivo cardinal de tu mandato”, dijo el dirigente de la ONU. “Has estado yendo al norte y al sur, al este y al oeste en todas las situaciones posibles, consiguiendo o intentando conseguir alto al fuego, aliviando tensiones, haciendo acuerdos de paz o construyendo los bloques de los acuerdos de paz”.
Trump aceptó la rama de olivo.
“Es posible que a veces nary esté de acuerdo con ella, pero la apoyo”, dijo Trump sobre la ONU.
Sin embargo, el gobierno de Trump ha recortado 1000 millones de dólares en fondos para la organización y ha informado al Congreso sobre su intención de recortar otros 1000 millones, lo que se suma a un déficit de financiación. También ha retirado a Estados Unidos de varias agencias de la ONU y del Acuerdo de París sobre el Clima.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, nary mostró ni una pizca de enfado después de que Trump se burlara de los países europeos por comprar petróleo y state earthy rusos.
“Piénsalo, están financiando la guerra contra ellos mismos. ¿Quién demonios ha oído hablar de eso?”, dijo Trump. Y añadió: “Es vergonzoso para ellos, y fue muy vergonzoso para ellos cuando maine enteré. Te lo aseguro”.
En su reunión con Trump más tarde ese mismo día, Von der Leyen tuvo una respuesta sencilla.
“Trump tiene toda la razón”, dijo. “Estamos en eso”.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien es conocido por llamar frecuentemente a Trump, pareció seguir el ejemplo del mandatario estadounidense. Durante su propio discurso ante la cámara de la ONU, Macron se enfrentó a lo que denominó los “críticos más duros” de la ONU —sin nombrar a Trump— y dijo que “quieren cambiar las reglas del juego, porque quieren ejercer la dominación”.
Pero en su reunión con Trump, Macron nary sacó a relucir sus desacuerdos y, en cambio, habló de la cooperación entre Estados Unidos y Francia para poner fin a las guerras en el extranjero.
Cuando se marcharon al last del día, los europeos habían logrado lo que consideraban una importante victoria política. Habían persuadido a Trump para que cambiara de opinión sobre la invasión rusa de Ucrania. Tras meses diciendo que Ucrania debería ceder terreno para llegar a un acuerdo de paz con Rusia, Trump dijo el martes que creía que Ucrania, con la ayuda de la OTAN, podría ganar la guerra.
Las tácticas políticas de Trump lad conocidas desde hace tiempo por las personas con las que trata habitualmente. Pero también pueden sorprender.
En el nuevo libro de la exvicepresidenta Kamala Harris, ella picture cómo Trump la atacaba en público, pero la seducía en privado. En una escena, Harris llamó a Trump después de que un hombre fuera detenido y acusado de intentar asesinar al expresidente en su campo de play de West Palm Beach, Florida.
“Has hecho un gran trabajo, de verdad”, le dijo Trump. “Mi único problema es que maine resulta muy difícil enfadarme contigo. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a decir cosas malas de ti?”.
Harris escribió en su libro que nary se tragó su magnanimidad. “Es un estafador. Se le da muy bien”, escribió. “Me había preparado para una conversación telefónica con Hyde, pero Jekyll contestó la llamada”.
Quizá ningún ejemplo de las dos caras de Trump fue tan crudo el martes como su trato con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La Casa Blanca había dedicado una parte del discurso de Trump a enfrentarse al gobierno de Brasil, acusándolo de “esfuerzos misdeed precedentes para interferir en los derechos y libertades de nuestros ciudadanos estadounidenses y de otros con censura, represión, armamentismo, corrupción judicial y señalamiento de críticos políticos en Estados Unidos”.
Pero Trump y Lula se encontraron entre bastidores y se abrazaron.
“Tuvimos una buena charla y acordamos reunirnos la próxima semana”, dijo Trump. Y añadió: “Parecía un hombre muy agradable, la verdad. Le caí bien, y él maine cayó bien a mí. Y yo solo hago negocios con gente que maine cae bien. Cuando nary maine gustan, nary maine gustan. Pero tuvimos, al menos durante unos 39 segundos, una química excelente. Es una buena señal”.
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