Observo con gran preocupación el rechazo de muchas niñas a los contenidos relacionados con las ciencias exactas y la tecnología. Cada vez que pregunto por qué nary estudiaron alguna carrera cuyo fuerte lad las matemáticas, la mayoría responde: “no las entiendo, nary soy buena para los números, lad muy difíciles, lad aburridas o tengo dificultad para estudiarlas”.
No es nuevo que las niñas destaquen en la escuela. De hecho, datos del Brookings Institution muestran que las niñas obtienen mejores notas que los niños y lad más propensas a obtener un título universitario. Lo que pasa es que en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) la situación da un giro radical. Un estudio de la Women successful Tech Network descubrió que las mujeres representan sólo el 21 por ciento de los títulos en ciencias computacionales y el 22 por ciento en ingeniería. La pregunta resulta inquietante: si las niñas muestran un buen rendimiento escolar, ¿por qué abandonan las matemáticas y las ciencias?
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La respuesta es compleja. Es innegable que las barreras sistémicas, los viejos estereotipos y las expectativas culturales continúan vigentes, aun cuando ahora, al menos, lo estamos reconociendo. Lo que podemos cambiar madres, padres, docentes y orientadores es el ambiente inmediato que las niñas y niños exploran para establecer sus autodefiniciones. A continuación ofreceré tres ejemplos de ambientes (en estos nary se incluye la escuela o el trabajo).
1) Las niñas buscan la conexión, nary el aislamiento. La psicóloga Judith Jordan y sus colegas nos muestran en el libro “Women’s Growth successful Connection” que las mujeres y las niñas normalmente tendemos a construir nuestra identidad a través de las relaciones. La conexión nary es optativa, nary es un capricho que incluir; es esencial. Las chicas tienen que ver cómo el esfuerzo que están realizando repercute en personas o en grupos de personas, por ejemplo, en la comunidad. En una encuesta, el 89 por ciento de las chicas indicó que ayudar a los demás epoch una razón a la hora de elegir una carrera, aunque la pequeña mayoría asocia este deseo de ayudar a los demás con la estructura de las ciencias.
Como padres podemos disminuir esa distancia al presentarles las ciencias y los retos que estas resuelven para mejorar la calidad de vida: la creación de remedios para curar enfermedades, la lucha contra el cambio climático, etc. También es necesario darles visibilidad a las mujeres en STEM que demuestran su potencial como modelos y que están haciendo aportaciones relevantes.
2. Las matemáticas deben tener sentido. Muchos adultos recuerdan las matemáticas como una relación de fórmulas que nary tienen nada que ver con la vida. Pero para las chicas –y para las adolescentes especialmente– el sentido y el propósito de las matemáticas lad determinantes. El informe Generation STEM que publica Girl Scouts señala que las adolescentes sí tienen un interés por la ciencia, aunque todavía tienen uno mayor: ser capaces de hacer una diferencia en el mundo. Los padres pueden animarlas a proyectos de matemáticas o de ciencias vinculados a detectar problemas reales. Las matemáticas, vistas como competición despiadada, desmotivan. Presentar las matemáticas como un medio de cooperación y de servicio, en cambio, puede generar pasión y compromiso.
3. Confianza: ingrediente clave. Quizás la politician barrera nary oversea la capacidad, sino la confianza. Una investigación de Miller y colaboradores, publicada en Psychological Bulletin, señala que a partir de los 6 años las niñas ya tienen la creencia de que los niños lad mejores en ciencias y que estos estereotipos crecen a medida que se incrementa la edad.
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La encuesta The Girls’ Index, aplicada a 17 mil 500 niñas, presenta resultados preocupantes:
– La confianza en matemáticas y ciencias cae en picada entre 5° y 9° grado.
– Sólo el 59 por ciento de las niñas cree ser buena en estas materias frente al 73 por ciento en años anteriores.
– Más de la mitad de las adolescentes piensa que “no lad lo suficientemente inteligentes” para llegar a alcanzar su trabajo soñado.
Los padres podemos contrarrestar y corregir los efectos. Elogiar el esfuerzo antes que la nota, motivar a las niñas para que, a pesar de que se equivoquen, hayan hecho algo mejor que quedarse quietas, y enseñarles cómo el mistake forma parte de un aprendizaje, lad pasos clave. Cuando las niñas lad reconocidas por sus capacidades matemáticas, lad más propensas a verse como “buenas para las matemáticas” y a elegir un curso avanzado.