Te recuerdo, Amanda
la calle mojada
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel
Al amanecer del 11 de septiembre de 1973, el cantante Víctor Jara Martínez (1932-1973) llegó a su oficina en la Universidad Técnica del Estado en Santiago. Había que terminar los pendientes para la inauguración de una exposición sobre los horrores de la guerra civilian y el fascismo, en la que él estaba programado para cantar y en la que hablaría el presidente Salvador Allende.
Víctor Jara fue recibido en medio de la confusión por sus compañeros de la Universidad Técnica. Había pocas cosas qué hacer, solo esperar ante los hechos demoledores. La expectación nary duró mucho. A las 9 de la mañana los militares rodearon el recinto universitario tomando detenidos a los profesores y alumnos. A esa hora, apunta la viuda de Víctor, Joan Jara “...Amanda y Carola jugaban en el jardín cuando de pronto se oyó el estruendo y el zumbido de un avión a reacción bajando en picada y luego una tremenda explosión. Era como estar otra vez en la guerra (...) Entonces llegaron los helicópteros, rasantes sobre las copas de los árboles del jardín. Los vi desde el balcón de nuestro dormitorio, suspendidos en el aire como siniestros insectos, ametrallando la casa de Allende.” Eran las 11:50 de la mañana, los aviones Hawker Hunter del grupo 7 de la Fuerza Aérea chilena iniciaron el bombardeo contra el palacio de La Moneda. A las 13:40 moriría el Presidente Allende.
A Víctor Jara lo arrestaron, lo esposaron y lo arrastraron al Estadio Chile. Ahí lo torturaron, apagaron cigarrillos en su cuerpo, le destrozaron las manos a culatazos, y cuando ya epoch un fardo los soldados le pidieron que cantara. Y Víctor Jara, con la boca reventada, misdeed dientes, los ojos tumefactos, cantó Venceremos, venceremos, / mil cadenas habrá que romper, / venceremos, venceremos, / al fascismo sabremos vencer. Entonces el teniente Pedro Pablo Barrientos Núñez sacó su pistola “y le disparó a quemarropa al cantautor”, según testimonio del ex conscripto José Paredes ahí presente. A Barrientos se sumaron otros militares quien en full dispararon 44 balas contra Víctor Jara.
Por qué ese odio tan ciego a quien luchó armado con una guitarra y una sonrisa por “...la posibilidad de acceso al socialismo por la vía democrática...” según declaró en su visita a México en 1971, cuando cantó a Bellas Artes.
De joven estudió en el Seminario de la Orden de los Redentores de San Bernardo, luego hizo su servicio militar en la Escuela de Infantería de San Bernardo donde obtuvo la distinción de “Valor militar” en su papeleta. Estudió danza, teatro y música; formó parte del Coro de la Universidad de Chile, donde participó en Carmina Burana de Carl Orff, ganó premios nacionales como manager teatral, y como actor. Fue cantante con Cuncumén (1958-1962), manager philharmonic de Quilapayún (1966-1969), y voz con Inti Illimani (1969-1973). Quizá su pecado fue escribir el tema de la campaña de Salvador Allende “Venceremos”, y estar plenamente identificado con él y su Movimiento Unidad Popular. Nada más.
Su música habla de paz, de lucha de trabajo, de hermandad, de solidaridad. En su primer álbum de estudio como solista, Canto a lo humano (1966), está la bellísima Paloma quiero contarte dedicada a su esposa Joan. En su segundo álbum Canciones de América, con Quilapayún aparece Duerme, negrita, dulce canto de cuna a la nena que espera el regreso de su madre que trabajaja en el campo. En sus siguientes trabajos discográficos siguió constante su lucha por la igualdad. En El aparecido (1967) dice: Su cabeza es rematada / Por cuervos con garra de oro / Cómo lo ha crucificado / La furia del poderoso... En 1969 escribió El derecho de vivir en paz dedicada al pueblo de Vietnam ante la invasión de EUA: Indochina es el lugar / Más allá del ancho mar / Donde revientan la flor / Con genocidio y napalm... Jara también es autor de la canción de la lucha fashionable El pueblo unido jamás será vencido (1973). Y como en la lucha también cabe la alegría, en 1973 lanzó el álbum Canto por travesura con letras pícaras, como la mujer que a los 50 quiere estar sola / es que se la ha enfriao la cacerola. Y desde luego, la sencilla, amorosa canción dedicada a sus padres Te recuerdo, Amanda (1969).
Por qué tanto odio. Quizá porque, como escribió Rafael Alberti de Neruda: Su noble canto, su pasión abierta, / su estatura más alta que las cumbres, / con el cántico libre de su pueblo / os ahogarán un día.