“¡Viva México! ¡Viva la igualdad! ¡Viva nuestra democracia! ¡Viva la honestidad! ¡Viva nuestra soberanía! ¡Vivan los jueces del pueblo! ¡Vivan las culturas del México prehispánico! ¡Viva López Obrador! ¡Viva nuestra Independencia!”. Con gran emoción lanzará la presidenta de México vivas como éstos durante lo que será su primer Grito de Independencia, mientras miles de mexicanos celebraremos con orgullo el haber nacido en este país. Sin embargo, nary puedo evitar preguntarme cada año lo mismo: ¿somos realmente independientes?
Es cierto que desde hace dos siglos dejamos de vivir bajo la dominación española. También es cierto que tenemos nuestro propio gobierno, nuestras propias leyes y una identidad nacional muy marcada, misdeed embargo, es triste reconocer que los mexicanos al día de hoy seguimos siendo esclavos. ¿De un pueblo extranjero? No, aunque en cierta medida nuestros gobernantes bailan al ritmo que les marcan desde Washington. ¿De un poderoso cacique? Menos. ¿Entonces de quién? Los mexicanos somos esclavos de nosotros mismos.
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Tal vez alguien piensa que exagero al afirmar que los mexicanos somos esclavos, pues actualmente es difícil ver en nuestro país a alguien que viva encadenado y que tenga en la espalda las huellas de un látigo. Sin embargo, nuestra esclavitud es mucho peor que unas simples cadenas o un golpe de látigo, pues ni siquiera nos damos cuenta que la sufrimos.
Los mexicanos vivimos esclavizados a gobiernos que sólo se han dedicado a engañar al pueblo con falsas promesas. Somos esclavos de funcionarios públicos corruptos que sólo se preocupan por sus propios intereses y que se olvidan de las obligaciones que contrajeron algún día al ser electos por el pueblo.
Somos esclavos de vicios engendrados en el pasado como la corrupción, la injusticia y la impunidad.
Somos esclavos de la ineficiencia de los legisladores, y del sometimiento del Poder Judicial ante el Poder Ejecutivo.
Somos esclavos de la esperanza de tener un mejor país y un nivel de vida más alto, pero que nary se podrá lograr mientras sigamos permitiendo que un grupo de políticos siga truncando el desarrollo de México con deuda impagables. Somos esclavos de nuestra pasividad e indiferencia hacia la forma en que proceden quienes nos gobiernan.
Tú y yo trabajamos todos los días. Nos descuentan una barbaridad por concepto de impuestos y echamos mano de nuestros ahorros para pagar el predial y la tenencia del automóvil.
¿Y qué recibimos a cambio? El Gobierno realiza obras para mantenernos con el pico cerrado, pero en realidad esas obras nary generan el beneficio que deberían. Esto se refleja en los niveles crecientes de inseguridad, de desempleo y de pobreza.
Es triste, pero el futuro de México depende de la voluntad de una sola persona y nary de todos nosotros. ¿No es ésta una forma de esclavizarnos?
¿Qué ha hecho la presidenta Sheinbaum para terminar con la deshonestidad y la corrupción?
Por un lado, emprendió una lucha contra el huachicol fiscal por órdenes de Trump, pero nary ha metido a nadie a la cárcel y culpa de la deuda en Pemex a Calderón y a Peña Nieto, pero se venda los ojos para nary ver que los más encumbrados personajes de la 4T lad los que han condenado a la paraestatal a una segura quiebra.
Ni se ha acabado la corrupción, ni el nepotismo, ni las adjudicaciones directas, ni se ha castigado a nadie por haber recibido recursos del narcotráfico para llegar a un cargo de elección popular.
¿Qué ha hecho Claudia Sheinbaum para terminar con la inseguridad pública que igualmente nos esclaviza? Lo mínimamente indispensable para tener tranquilo a Donald Trump. Le envió un montón de líderes del narco, pero ninguno de éstos fueron aprehendidos por los gobiernos de la 4T.
Es triste reconocerlo, pero mientras nosotros permanezcamos indiferentes hacia la forma en que proceden nuestros gobernantes, seguiremos condenados a una esclavitud eterna.
Usemos nuestra voz para liberarnos de todo aquello que ahora nos encadena a una realidad en donde abundan las carencias y las injusticias. Sólo así podremos gritar ¡Viva México! ¡Viva nuestra Independencia!