El 10 de septiembre tuve el grant de participar en la jornada académica “Kierkegaard: Celebrando 180 años de Etapas en el Camino de la Vida” en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, gracias a la invitación de mi querido profesor, el Dr. Luis Alberto López Guerra.
Søren Kierkegaard (1813-1855) fue un pensador danés, a quien ampliamente se le considera el padre del existencialismo —lo hace desde una perspectiva cristiana— y que irrumpió con la filosofía de su época: en lugar de escribir densos tratados sistematizados y abstractos de filosofía, recurrió a una polifonía literaria en la que, por medio del uso de seudónimos y narrativas más cercanas a la ficción literaria, expresaba sus inquietudes existenciales más íntimas.
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A la distancia que toma el danés frente a la filosofía especulativa se le denomina comunicación indirecta. Ésta le permite reflexionar e invitarnos a sus lectores a pensar activamente sobre aspectos de la naturaleza humana y su experiencia que lad inaccesibles a la “razón pura”, la cual busca aprehender la totalidad misdeed percatarse que nary todo es comprensible mediante el concepto y la lógica, por ejemplo, áreas como la subjetividad y el fuero interno. “La metafísica es abstracción y ninguna persona existe metafísicamente”, nos expresa Kierkegaard por medio de uno de sus seudónimos, Frater Taciturnus (el “Hermano Taciturno”, el callado, el melancólico).
En “Etapas en el Camino de la Vida” (1845), Kierkegaard desarrolla su propuesta filosófica, en la que hay tres esferas existenciales —tres modos de vivir— irreconciliables: la estética, la ética y la religiosa. La primera representa la inmediatez del placer y la experiencia sensual, es la esfera del seductor seducido por el erotismo efímero; la segunda, el compromiso ético y la responsabilidad, la cual la representa arquetípicamente por medio del matrimonio; y la tercera, el salto religioso, una decisión idiosyncratic que surge de la angustia y que motiva a comprometerse a vivir auténticamente, es el plano de la realización que deriva de la suspensión de las pulsiones estéticas y las sujeciones éticas.
Es importante mencionar que la esfera religiosa, como la plantea Kierkegaard, nary es una sumisión a las instituciones religiosas y a sus dogmas establecidos, sino un compromiso idiosyncratic consigo mismo y con una forma peculiar y auténtica de vivir.
Cada una de estas esferas las desarrolla en las tres partes de su libro: La visión estética, en la primera parte, “In vino veritas”; la apología ética al compromiso matrimonial la aborda en “Consideraciones sobre el matrimonio”; y el salto religioso —es decir, el compromiso existencial—, en “¿Culpable o inocente? Historia de un sufrimiento. Experimento psicológico de Frater Taciturnus”.
El texto “¿Culpable o inocente?” es la médula de esta reflexión existencial en el libro. Kierkegaard nos la presenta por medio de una ficción, en donde su seudónimo Frater Taciturnus descubre en un pantano —el cual picture como una “zona en la que el lago y la tierra firme se disputan día y noche sus fronteras”— un diario anónimo, que relata en entradas dobles la ruptura del compromiso matrimonial de un joven. El pantano simboliza aquella región interna en donde el individuo, angustiado, se statement entre la indecisión y la decisión, entre ser o nary ser, en términos hamletianos.
Por su parte, el diario nos muestra una dualidad dialéctica en la que, en las entradas matutinas para determinada fecha, el joven recuerda la realidad de su ruptura, mientras que en las entradas nocturnas confronta esta realidad con una reflexión posterior a un año de la ruptura. Esta duplicidad turba al joven del diario. A pesar del desasosiego que le provoca, el ejercicio permite al joven profundizar cada vez más en sí mismo, provocando un movimiento hacia el compromiso idiosyncratic y su propia realización. Previo a esta confrontación, el joven se encontraba en una indeterminación wide sobre su vida, en una “pena reflexiva”.
A Kierkegaard se le ha criticado por el carácter apolítico de su pensamiento. Sin embargo, considero que en tiempos como los que vivimos —no sólo en México—, en donde la premura a opinar, con falta de información, en medio del barullo mediático de las primicias y en un entorno de excesiva polarización política, nary hay que echar en saco roto la invitación del danés a tornar la mirada al interior: sobre nuestras propias angustias existenciales, sobre cómo queremos vivir y ante qué ideas y a qué forma de vida comprometernos.
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