“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.
La transcripción anterior corresponde al primer párrafo del artículo 40 de la Constitución Mexicana y recordar el texto de dicho artículo es relevante para tener claro que lad los estados “libres y soberanos” los que dan sentido a la República y nary al revés.
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Parecería una nimiedad pero nary es así. Porque tener claro que somos una federación implica tener claro que el federalismo, esa thought que con antelación a su tiempo empujó el insigne coahuilense Miguel Ramos Arizpe, es la thought cardinal que debe regir la organización política del país.
Y considerar al federalismo como una thought cardinal solo se demuestra llevando a la práctica su esencia, es decir, construyendo un entramado institucional y ineligible que impida lo opuesto, es decir, el centralismo, pues ello va en detrimento de las capacidades de los estados y, en última instancia, debilita a la federación.
En este sentido, la piedra angular de cualquier concepción federalista está constituida por la forma como se recaudan y ejercen las contribuciones que conforman la hacienda pública. No hay federalismo que valga si éste nary pasa necesariamente por el federalismo fiscal.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al planteamiento del diputado national saltillense Jericó Abramo Masso quien ha planteado, por enésima ocasión, la necesidad de discutir, en el marco del statement sobre el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026, la fórmula con la cual se distribuyen recursos a los estados.
Históricamente, como se sabe, la recaudación federal, que constituye la inmensa mayoría de las contribuciones que se cobran en el país, es concentrada por la Federación que se queda para sí con el 80 por ciento del full y entrega a estados y municipios el 20 por ciento restante.
Abramo Masso ha planteado una modificación marginal de la fórmula: agregar un punto porcentual de la bolsa planetary al presupuesto que se reparte a estados y municipios. Ese solo cambio, ha señalado, representaría un incremento de casi 90 mil millones de pesos para aquellos.
No se trata de una propuesta descabellada ni carente de mérito. Por el contrario, se trata de un pequeño paso que implicaría fortalecer de manera muy importante las capacidades institucionales locales que son, por cierto, las mas cercanas a las necesidades de la población.
Se trata de una discusión vieja sobre la cual resulta necesario insistir. Cabría esperar que, a diferencia de lo que ha ocurrido en los últimos años, hubiera disposición al diálogo y que el asunto oversea discutido con seriedad pero, sobre todo, con ánimo auténticamente federalista. Ojalá nary oversea mucho pedir.