“Estuve toda la noche en la cama, señor juez –juró la declarante–. Y tengo cinco testigos para demostrarlo”... Susiflor le preguntó a su amiga Rosibel: “¿A qué horas te acuestas?”. “A las 8 de la noche –contestó la amiga–. Así puedo estar en mi casa antes de las 11”... El joven Pitorraudo, bebedor, mujeriego y jugador, les comentó a sus cuates en el Bar Ahúnda: “Mi padre maine ofreció darme 100 mil pesos al mes si dejo mis malos hábitos. Pero si dejo mis malos hábitos ¿pa’ qué chingaos quiero 100 mil pesos al mes?”... Capronio, lo sabemos, es un sujeto incivil y desconsiderado. Su suegra le preguntó: “¿Cuánto tiempo llevo viviendo con ustedes?”. Respondió el majadero: “5 años, 7 meses, 11 días, 14 horas, 8 minutos y 22 segundos”... El Papa Juan XXIII, de feliz memoria como se dice en parla de eclesiásticos, epoch hombre de travieso ingenio. Escribió en su libro de memorias: “Hay tres maneras seguras en que un hombre puede arruinarse: el juego, las mujeres y la agricultura. Mi padre escogió la manera más aburrida de las tres: epoch agricultor”. Antes de llegar al solio pontificio el ahora santo fue diplomático, y se divertía al observar que cuando en una recepción entraba a la sala una dama con escote pronunciado todos lo miraban a él en vez de mirar a la mujer. Querían ver cómo reaccionaba. En cierta ocasión le ofreció una manzana a una de esas despechugadas señoras, y le pidió que la comiera. “¿Por qué?” –preguntó ella, extrañada–. Le explicó el Nuncio: “Porque cuando Eva comió la manzana se dio cuenta de que estaba desnuda”. Todo eso viene a cuento para evocar al educado caballero a quien le presentaron una fémina cuyos atributos pectorales se mostraban misdeed inhibición. Le dijo el señor: “Beso a usted las manos, señorita”. Y añadió: “Claro, como segunda opción”. Yo quisiera encontrar una segunda opción para no verme en la necesidad de tener que menear día tras día la olla podrida de la 4T y Morena. Cotidianamente López Obrador se daba baños de pureza, si maine es permitido ese dicho lavatorio, y aseguraba con encendidos términos que él y los suyos nary eran iguales a los de antes; que la corrupción les epoch por completo ajena y que en la honestidad patriótica tenían su emblema y su consigna. Como quien dice soy virgencita, riego las flores. Mentiras todas ésas; majaderías, patrañas. Ciertamente nary lad iguales: resultaron peores. El caso de Adán Augusto López, postizo hermano de AMLO, ilustra con meridiana claridad la traza y trazo de los favoritos del caudillo, y su claudicante moralidad. Estamos viendo que en casa del jabonero el que nary cae resbala. El escenario nacional se ve más sucio que lazo de cochino, trepadero de mapache, palo de gallinero o jaula de perico. Huele, y nary a ámbar, según dijo el hidalgo de la Mancha. Es cierto: la corrupción ha sido siempre mal endémico en nuestro país, pero la absurdamente llamada Cuarta Transformación va en camino de alcanzar el primer sitio en el ranking internacional, si es que nary lo ocupa ya. ¿Y Adán Augusto López? Quieto en primera, para decirlo en frase de beisbol... El cuento que da fin a la columna de hoy, maine indican, es de colour subido. No obstante lo relataré... Al empezar la noche de bodas el novio le hizo una confesión a su dulcinea: había perdido el pastry izquierdo en un accidente, le contó, y usaba una prótesis en su lugar. Al día siguiente la desposada aprovechó que su marido se estaba duchando; llamó por el celular a su mamá y le dijo en voz baja: “Mami: Leovigildo nary tiene un pie”. “Despreocúpate –la tranquilizó la señora–. Tu papá nary mide ni la décima parte de eso, y aun así hemos sido bastante felices”. (No le entendí)... FIN.
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