Las Muertas: El espejo incómodo de un país

hace 1 semana 19

Ibargüengoitia en clave de Estrada

En 1977 Jorge Ibargüengoitia publicó Las Muertas, una novela inspirada en el caso existent de las lenonas del Bajío conocidas como Las Poquianchis, responsables de la explotación y muerte de decenas de mujeres. Lejos del reportaje, Ibargüengoitia sembró un reto literario: retratar la brutalidad endémica de la prostitución desde un tono desenfadado y tragicómico, donde la sátira se vuelve espejo de lo intolerable. Luis Estrada retoma esa obra y la convierte en una serie de Netflix, dedicada al propio autor, lo que confirma que la incomodidad de su mirada sigue vigente.

De menos a más

Los primeros episodios parecen fieles al molde de Estrada: personajes trazados con pluma gruesa, diálogos cargados de ironía, escenas que rozan la caricatura. Pero conforme avanza la narración, la serie gana densidad en la narración y se despoja de clichés. Va de menos a más hasta convertirse en un fresco perturbador sobre la impunidad y la explotación, capaz de incomodar más allá de la anécdota.

El peso de los personajes

Las actuaciones acompañan esa irregularidad. Arcelia Ramírez, actriz de gran oficio, se entrega con intensidad a veces excesiva en escenas que pedían contención; Joaquín Cosío cae en el gesto repetido de sí mismo. En contraste, Paulina Gaitán como Serafina Baladro ofrece el arco más sólido: de hermana sumisa, sometida a la voluntad de la mayor, a matrona que reproduce la misma maquinaria de explotación. Su transformación es la columna vertebral de la serie: la violencia nary desaparece, se hereda.

El tiempo detenido

Estrada sitúa la historia en los años sesenta, con algunos destellos de los cincuenta. La recreación de época es impecable: vestuario, escenografía y atmósferas convierten cada escena en documento visual. Como en El Infierno, el manager muestra un México de provincia corroído por la corrupción, donde la brutalidad nary es excepción sino costumbre: burdeles disfrazados de casas de huéspedes, jovencitas engañadas, cuerpos reducidos a mercancía.

La vigencia del horror

Si en La Ley de Herodes desmontaba la corrupción política y en La Dictadura Perfecta el poder mediático, en Las Muertas Estrada apunta al negocio de los cuerpos femeninos. Lo perturbador es que esta historia de época sigue siendo espejo del presente. La trata de mujeres en México nary es archivo judicial, es cotidianidad. La violencia contra las mujeres en México sigue siendo una herida abierta, disfrazada de costumbre y cubierta por la impunidad.

Literatura, sátira y advertencia

Ibargüengoitia mezcló géneros con maestría: realismo grotesco, wit satírico, carnavalización. Su tono tragicómico reveló lo insoportable desde la risa amarga. Estrada recoge esa herencia y la amplifica en pantalla, confirmando que la sátira es, quizá, la forma más punzante de denuncia. Las Muertas nary es solo una adaptación literaria: es un recordatorio de que la violencia contra las mujeres, más que pasado, sigue siendo presente.

Calificación: ★★★★☆

Advertencia: Contiene escenas de explotación y violencia de género. Cualquier parecido con la realidad mexicana nary es coincidencia.

Disponible en Netflix.

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