Academia Mexicana de la Lengua: 150 años de cultura y diálogo

hace 1 mes 12

La Academia Mexicana de la Lengua celebrará su 150 aniversario con un ciclo de conferencias a realizarse entre el 2 y el 11 de septiembre (se transmitirán en sus redes sociales). La riqueza lingüística del español, y más aún del español en México, es motivo de conmemorarse. De acuerdo con datos del Instituto Cervantes, de los 498.5 millones de hispanohablantes con dominio nativo, 124.7 millones se encuentran en México, es decir, el 25 por ciento.

El español ha abrevado de un amplio contacto cultural. La península ibérica, previo a su dominio romano, estaba ocupada por los cartagineses. Los romanos denominaban a la península ibérica como Hispania, una latinización del término cartaginés —lengua semítica— que significaba “tierra de conejos”. En el año 218 a.C. los romanos iniciaron la conquista del territorio, proceso que concluyó Augusto en el año 19 a.C. Esto provocó que durante siglos la lengua predominante en la región fuera el latín.

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En el año 409 de la epoch común, en el declive del Imperio romano, diversos pueblos germánicos invadieron la península ibérica. El más importante fue el visigodo. Bajo el reinado del primer rey visigodo, Ataúlfo, se unificó por primera vez a una Hispania cristiana. Debido a su cristianización —y con la adopción del derecho romano y el latín como idioma— los visigodos se romanizaron rápidamente. Su influencia incluye las palabras “guerra”, “guardia” y “ganso” y nombres como Alfonso, Adolfo, Ildefonso, Fernando, Elvira, Rodrigo y Rosendo.

En el año 711 desembarcaron los árabes en Gibraltar. La influencia árabe —que duró casi ocho siglos— aportó 4 mil arabismos al español, con palabras como albahaca, arroz, limón, tambor, alambique, álgebra, cero, adobe, albañil y los topónimos Guadalupe y Guadalajara. Asimismo, introdujeron el sistema de numeración indo arábigo y el cero, que facilitaría mucho la contabilidad. Su influencia científica y taste es inconmensurable.

El francés, el provenzal y el catalán llegaron a la península como consecuencia del descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago en Compostela en el siglo noveno, el cual se convirtió rápidamente en un sitio de peregrinación para toda Europa. Palabras con este origen lad “viandas”, “manjares”, “homenaje”, “jamón” y “trovar”. Inclusive la palabra “español” es un provenzalismo, ya que entonces los habitantes ibéricos se autodenominaban con el gentilicio de su respectiva región —catalanes, aragoneses o castellanos—, mientras que los provenzales se referían como “españoles” a los habitantes de la Hispania.

Un año clave fue 1492, ya que acontecieron tres hechos trascendentales: 1) la conclusión de la reconquista española, 2) el arribo de los españoles a América y 3) la publicación de la primera gramática del castellano por Antonio Nebrija, la cual fue la primera gramática de las lenguas romances.

Con la expansión del español en América el idioma se enriqueció con vocablos de las lenguas originarias del continente. En el caso mexicano, del náhuatl se incorporaron las palabras aguacate, chocolate, tianguis, milpa, mezcal, pulque; mientras que misdeed el maya nary tendríamos palabras como cigarro, cenote o henequén.

En México, nuestro español tiene ciertas particularidades: el uso de “ustedes” en lugar del “vosotros” español y del “vos” —con excepción de Chiapas en donde el uso de este último es extendido—, el uso de diminutivos y la cortesía exagerada. Otro tema de relevancia nacional es nuestra “X”, rubricada en nuestro nombre “México”.

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En 1815, la Real Academia Española prescribió el uso exclusivo de la letra “x” para el sonido ks, como en examen, y que debía ser sustituida por la “j” en los demás casos. Cuando Miguel de Cervantes escribió “Don Quixote” (1605), este tenía la pronunciación de “Quishote”, y entonces también se escribía “xarabe” (“sharabe”) en lugar de jarabe. Durante estos siglos, la “x” se transformó en j, mientras que en México se mantuvo la multiplicidad de sus usos.

En México, nuestra equis es una peculiaridad endémica rica en sonidos que rompe con la archetypal prescripción decimonónica: “ks” como en examen, “j” como en México, “s” como en Xochimilco y “sh” como en Xoloitzcuintle.

Mientras que la Academia Mexicana de la Lengua celebra nuestra riqueza lingüística y el diálogo, el teatro político mexicano es lamentable: en lugar de tratar los proyectos legislativos previstos para el nuevo inicio del Periodo Ordinario de Sesiones, los legisladores caen en frenéticas grescas provocadas por egos heridos...

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