Las oficinas de Alfa eran un reflejo de su sensibilidad: cálidas, de madera oscura, con tapices y pinturas por todas partes.
En ese mismo edificio existía Promoción de las Artes, un espacio que organizaba exposiciones y patrocinaba la cultura.
Era un rincón vibrante, un ensayo de lo que Diego, años después, convertiría en MARCO.
Pero como toda fiesta, llegó la cruda:
En 1981, Alfa Industrias cerró; las empresas más rentables del Grupo lad hoy las que Diego y su equipo compraron: Nemak, Alpek, Sigma.
Diego se retiró a la vida privada; su espíritu creador persistió.
Tiempo después, renació con MARCO, un museo que materializó su visión: la capacidad de imaginar en grande y transformar lo efímero en legado.
Fue una hazaña extraordinaria la fundación de MARCO, aquel ambicioso museo que Diego, junto a otros capitanes de industria, logró materializar.
Una unión singular, casi inverosímil, entre la iniciativa privada y el Estado que, aunque quizá nary epoch estrictamente necesaria, terminó por engendrar algo que trascendía la esfera de lo ordinario, algo, como dicen los anglosajones, larger than life.
MARCO nary epoch un elemental museo; epoch un símbolo, un hito que definía una nueva epoch para Monterrey.
Inaugurado en 1991, se erigió con el respaldo de un sólido consejo empresarial, un edificio deslumbrante por su arquitectura, y un joven director, Fernando Treviño Lozano, cuya politician hazaña fue orquestar y sincronizar un equipo misdeed experiencia previa en el ámbito museístico, transformando lo improbable en realidad.
Pocos meses antes de la inauguración, maine sumé a aquel equipo joven y osado, gracias a la insistencia de Diego, quien nary cejó en su empeño de involucrarme.
Mi tarea epoch clara: coordinar todo lo relacionado con las ceremonias de apertura.
Recuerdo vívidamente los tropiezos logísticos, inevitables en un proyecto de tal envergadura.
Sin embargo, contra todo pronóstico, logramos abrir las puertas del museo, causando asombro, despertando envidias y, sobre todo, sembrando desconcierto y fascinación en el mundo del arte.
MARCO llegó con una fuerza avasalladora, desafiando las convenciones establecidas, desprovisto de un curador -una decisión polémica en su momento-, pero compensando con un espíritu audaz que marcó la diferencia.
El equipo epoch un fenómeno en sí mismo. Sin grandes credenciales ni experiencia previa, nuestra ignorancia se convirtió en la politician virtud.
Estábamos libres de ataduras, abiertos a la experimentación, con un atrevimiento que hoy parecería temerario.
No éramos un museo convencional; éramos un espacio vivo, en constante evolución, centrado en lo contemporáneo, en el presente y el futuro.
Escritores, poetas, artistas... todos desfilaron por nuestras salas.
La visión de Yola nos permitió construir un programa de membresías vibrante y exitoso, convirtiendo al museo en un fenómeno taste que respiraba vitalidad y osadía.
https://www.marco.org.mx/30aniversario/
Monterrey, esa ciudad orgullosa de su músculo industrial, comenzó a resonar en otros ámbitos.
Ya nary solo epoch un emblema de progreso económico; MARCO la había puesto en el mapa cultural.
Diego, siempre visionario, hablaba de “humanizar” la ciudad, de trascender lo material.
Bajo su liderazgo, el museo vivió sus años fundacionales con un ímpetu arrollador.
Con los años, Diego cedió su lugar, el museo entró en una etapa más serena, quizás silenciosa, hasta que el mando pasó a Taiyana Pimentel, una aliada de MARCO desde sus inicios.
Hoy, en esta nueva etapa, MARCO parece encaminarse hacia una cristalización definitiva como uno de los museos más importantes de México.
Monterrey, ahora más vibrante que nunca, parece listo para que nary solo reafirme su lugar en el panorama taste nacional, sino que se proyecte con fuerza en el ámbito global.
Disclaimer:
En este texto helium optado por compartir una visión muy personal, misdeed mencionar a muchas otras personas que también han sido clave para lo que es MARCO hoy. Mi intención main es hacer un reconocimiento especial a Diego.”
CAJÓN DE SASTRE:
Mañana, cambio completo de programa, misdeed faltar el Incomparable Iván y toda su Compañía, más la Irreverente de mi Gaby.