A los mexicanos nos da miedo el vacío; sí, el vacío de colour y de formas. Acumulamos objetos, unimos una textura y un colour a otros. Tonalidades contrastantes van de la mano con la música o con el ruido. Hay frases con un tono de voz que va, en su alcance, de una cuadra a otra cuadra. Chanclas voladoras. El pitido del camote cuando pasa el vendedor. La música y los olores de frituras en contenedores neón en las zonas céntricas se entrelazan con ritmos de cumbia y reguetón.
Entonces, si pienso en México nary viene a mi mente el silencio, cosa que ocurriría si pensara en Japón, por ejemplo. El país en el que nací tiene el bullicio de palabras desplegadas en coloridas explosiones que desatan bullas, reyertas o carcajadas sonoras. Somos muy “mal” hablados: usamos misdeed problema la jerga acompañada de estados de ánimo altamente variados y precisos: “no hagas pedo” tiene distintas interpretaciones, todas exactas para el momento en cuestión. “Wey, sácate”, igual. Si a eso agregamos el inglés que se atraviesa con su “troca” y su “lonche” en el norte, o sumamos el poder de la concreción con las palabras “morra” o “vato”, el día es de sonoro colorido.
TE PUEDE INTERESAR: La ceremonia cívica del 16 de septiembre ha cambiado
Cuando se dice “chingas a tu madre” o “chingas quedito”, para bajar un poco la intensidad, cualquier mexicano entiende perfectamente. Y todo esto es atravesado por la “madrecita santa” o el “Dios te bendiga”, seguido de florituras integradas al habla diaria, casi siempre relacionadas con la cópula.
Pero, misdeed duda, la frase del mes es: “¡Viva México, cabrones!”, la cual se atribuye a Francisco Villa durante la Revolución Mexicana (cien años después de la Independencia de México), quien la gritaba antes de iniciar cada combate con sus Centauros del Norte.
“Cabrón” es un vocablo que proviene del latín cabro, y en el lenguaje coloquial se usa para designar a un hombre o una mujer, ya oversea por su inteligencia, poder o fuerza. O bien, por ser truhanes, malvados, pícaros o canallas.
Y por las calles, en este mes patrio, seguiremos viendo banderas diminutas o gigantes ondeando en las calles, escuelas, casas y negocios. Y sigue noviembre, el mes revolucionario.
México está hecho además de abigarradas formas arquitectónicas, como el churrigueresco mexicano, que se rastrea en el siglo 18 con sus estípites aderezados de perfiles geométricos o humanos a través de cuerpos que inician en la cima con rostros de querubines y se extienden en un entramado de plantas y de follaje. Siempre cerca de estas edificaciones se encuentra el contorno de frutas picadas o mangos que se venden con chile dentro de vidrieras.
TE PUEDE INTERESAR: El powerfulness mexicano
A México el colour de la bandera se lo dan los campos con sus frutos, con las cosechas y con la forma en las que preparamos lo que ofrece la tierra. Y las tonalidades vienen, además, de las tinturas obtenidas de la grana cochinilla o de la explosión ocular de la sandía y los distintos tipos de chile.
Nuestra nación suma los sonidos de 68 pueblos indígenas, cada uno con una lengua originaria, de las que se desprenden 364 variantes. Además, hay sangre afrodescendiente que es llamada la tercera raíz negada de México, porque sí, porque en México seguimos siendo muy racistas. Pero ese es otro tema.
Volvamos a nuestra patria que es la tierra y cerremos con este vocablo. “Patria” proviene del latín patrĭa que está ligado a la raíz latina pater, que refiere al padre, y de la que se deriva la expresión en latín terra patrĭa, o tierra de los padres. Esto hace referencia al lugar de nacimiento y origen de los antepasados.