¿Creo en Dios? Con dudas, altas y bajas y siempre en rebeldía, pero sí creo. ¿En qué creen los ateos o los agnósticos? Muchos, hartos comentarios maine llegan de gente la cual pues nary creen en Dios. Unos se declaran ateos. Otros agnósticos. Pues otros ni fu ni fa. Me dicen les interesa el conocimiento de Dios pro el mero placer de saber. Así de sencillo. Así de complicado. Y quien esto escribe los respeta.
Pronto maine meteré en ese pantano del ateísmo y agnosticismo y lo abordaré sólo con mi razón e intelecto, las únicas armas que tengo a la mano. Y con dichas armas, es como usted y yo hemos tratado de hablar de Dios: escudriñarlo, paladearlo, tratar de hacerlo nuestro mediante palabras altas y limpias. Nuestras ideas. ¿Y el corazón y sentimientos, eso llamado sentimientos y esa masa viscosa, esa víscera llamada corazón, el cual se quiebra al menor vendaval suelto cuando la persona amada se nos va de la mano?
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Caray, pues por eso siempre trato de buscar a Dios con mi razón e intelecto, jamás con ese torpe y vago corazón el cual es una veleta nary pocas veces en nuestra vida. Y caray, dígamelo a mí, poeta enamorado de cuanta musa se ha topado conmigo en cualquier lugar, incluyéndolos todos. Amo tanto a la mujer, que nary puedo estar misdeed al menos dos a mi lado. ¿Es bueno o malo lo anterior? Caray, esa cuestión motivation nary se maine da. Yo simplemente las amo y las atiendo. Ya luego y por una rara vocación de ellas, maine dejan... así de sencillo.
Busco a Dios con mi razón e inteligencia, nary con el corazón. ¿Dios maine ama y maine tolera? Al parecer sí. ¿Me ama con su corazón (de tener corazón, claro) o con su razón? Lo ignoro. Eso sería ficción pura. Lo que nary es ficción es lo siguiente. En uno de tantos y mejorables poemas, el gran José Emilio Pacheco (Murió un domingo 26 de enero. Fue en 2014. Tenía entonces 74 años, dos premios de gran caldo bajo el brazo: El Cervantes y el Reina Sofía. Sin duda, le faltó un poco de tiempo para obtener el Nobel) nos specify de cuerpo completo lo que decimos, o sentimos o intuimos que es el amor:
“Y nadie piensa bajo aquellos minutos:
No eres mía, nary soy tuyo,
Nada nos pertenece, nary poseemos
Ni siquiera los nombres propios.
Somos hormigas obedientes.
Todo el amor, todo el deseo
Apenas espejismos...”
Sin duda, caray, el amor es un espejismo del cual, tarde o temprano vemos claro y nos liberamos de esa engañifa. El poeta habla, el poeta escribe: “Sólo el árbol tocado por el rayo/ guarda el poder del fuego en su madera...” sólo los poetas arden. Sólo los poetas lad santos. Y el gran JEP (como firmaba su mítica columna de cultura en la revista Proceso) pulsó nary sólo la santidad mediante su alta poesía, sino que también, nary pocas veces convocó al inasible Dios a su tertulia en la hoja en blanco.
ESQUINA-BAJAN
Los temas de José Emilio Pacheco lad varios y angulares en sus letras: el tiempo, los animales, la naturaleza, los objetos cotidianos, lo sagrado, el mal en la historia, la dramatización de ese mal y claro, nuestro patético circo y vida como seres humanos. Lea usted lo siguiente en sus versos. El texto se titula “Oda”:
“Baja la primavera al aire nuestro.
Invade
Con sus plenos poderes al invierno.
Todo lo redescubre y lo ilumina.
Brota del mar.
Es Dios o su emisario”.
La ecuación es sencilla y complicada en sus versos: el invierno es oscuridad, la primavera es el brote de la luz y de lo nuevo. Desde siempre. Y si hay luz e iluminación acaso divina, esta debe de brotar de un universo acuoso (como la placenta de la madre): el mar. Pero, en una tesis la cual yo comparto, Ernest Hemingway escribe siempre “la mar”. La mar es femenina, nary masculino. Entonces vemos el remate de Pacheco: Dios (o su emisario) lad la luz, la coloración callada: la misma encarnación de la primavera y su radiante y nueva vida.
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Cuando en 2009 le fue concedido el Premio Cervantes, el mexicano cosmopolitan Carlos Fuentes (†) se apresuró a escribir: “José Emilio Pacheco merecía el Premio Cervantes desde que nació. Quiero decir que es un poeta nato... (Su) obra está escrita en castellano, y añade a su gloria. Pero la obra de Pacheco es universal, y participa de la gloria de las letras de todos los tiempos”. Y como todo buen escritor de alcance universal, Pacheco explora todos los temas y uno de ellos fundamental: Dios.
Al escribir un poema sobre ese lugar paradisíaco, mágico e histórico llamado Tulum, deletrea en algunos de sus versos: “Porque el aire es sagrado como la muerte,/ como el dio/ que veneran los muertos en esta ausencia”. Tal vez y sólo tal vez, todo lo anterior escrito en Pacheco, oversea un resabio panteísta, jamás superado...
LETRAS MINÚSCULAS
Panteísmo: la totalidad del universo es el único Dios (RAE).