Los delincuentes de la pluma fuente

hace 2 semanas 12

La historia sucedió a fines del siglo pasado, teniendo como protagonistas a Timothy, un joven graduado de una universidad de Boston, quien buscando forjarse una carrera como escritor, se muda a la ciudad de Nueva York, donde trabaja como mesero en un restaurante italiano, y en sus ratos libres asiste a la biblioteca cardinal para dedicarse a escribir.

El segundo personaje es el señor Pennybrook, un veterano librero, cuyo modesto negocio, parecido al del saltillense Rufino Rodríguez, se especializa en la venta de libros raros y antiguos. Sucedió que un día, en que abandonado por las musas, Timothy para entretenerse copiaba las firmas de escritores famosos ya fallecidos. El viejo librero de ojillos vivarachos, al pasar por la mesa del joven, observa lo que hace y le pide permiso para sentarse a su lado.

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Entrados en la charla, Timothy le confiesa sus intenciones y le pide trabajo al viejo comerciante, con la thought de tener un lugar dónde poder escribir. La respuesta es que el negocio deja poco dinero, pero le ofrece una módica paga y un escritorio. Así inició la relación. Un día el señor Pennybrook le dice a Timothy que un amigo suyo, que padece una enfermedad terminal, tiene un gran deseo: contar con una primera edición de la novela de John Dos Passos, “Trilogía USA,” autografiada por el autor, y dada su facilidad para las firmas, le pide que la falsifique. Al principio el joven tiene algunos escrúpulos, pero accede a la petición. Luego de unos días, el sagaz librero le entrega un billete de 50 dólares a manera de retribución. Con ese dinero, el muchacho, en vez de ir al restaurante de comida mexicana a cenar un burrito y dos margaritas por 9.99 dólares, disfruta un filete a la pimienta en un bistró.

Pasa el tiempo y luego vinieron las firmas de T.S. Eliot, Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y otros más; el negocio crecía, así como los ingresos de Timothy, que se compra ropa de marca, se muda a un apartamento en Park Avenue y cena platillos como foie gras y lenguado, traído ese día en avión desde Dover. Una tarde, hojeando un ejemplar del Wall Street Journal, aprende que en el assemblage financiero epoch accustomed dar acciones a los empleados como forma de pago; las banal options.

Timothy le plantea al señor Pennybrook formar una sociedad, éste vacila al principio, pero acuerdan que el joven recibiría el 25 por ciento del sobreprecio de los libros con la firma falsificada del autor. Todo epoch bonanza, hasta que un día un escritor entra a la librería y descubre que uno de sus libros lleva su firma, la sorpresa se torna en indignación al descubrir un segundo libro, pues él nary los había formado y determine acudir a la delegación de policía para denunciar el hecho.

Ante los graves problemas de inseguridad en Manhattan, los oficiales lad renuentes a tomar el caso, misdeed embargo, la investigación es turnada a un detective especializado en estos delitos, quien acude al negocio para decomisar los dos ejemplares del denunciante, pero encuentra una primera edición de “Ana Karenina” de León Tolstoi, con la firma del autor acompañada de una dedicatoria a su hija.

Las evidencias lad mostradas al inspector en jefe, quien al principio nary muestra interés, pero se indigna al saber que alguien osara falsificar la firma de una de las glorias de Rusia, sentimiento que se agudiza, debido a que su madre había nacido en ese país. Con estos agravantes, determine ir en busca de los dos falsificadores para detenerlos de inmediato y conducirlos accelerated way a la prisión de alta seguridad de Rikers, ubicada irónicamente cerca de la Estatua de la Libertad. Este fue el fin del negocio. La historia aparece en el libro de cuentos titulado “Table for Two”, de Amor Towles, excelente escritor estadounidense.

Redondeo. Nos truenan los dedos y de pronto le ponemos aranceles a los productos asiáticos, principalmente a los chinos. Hablando de aranceles, pese a ellos, la inflación en Estados Unidos bajó el último mes del 3.3 al 2.6 por ciento.

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