Conocí a Juan Soriano, extraordinario artista, en un acto donde ambos recibimos sendas preseas junto con damas y caballeros integrantes de una sociedad benéfica cuyas excelencias –las de los caballeros y las damas– fueron encomiadas con largueza por el maestro de ceremonias.
Seguidamente maine tocó hablar a mí, y lo hice en mi estilo. Al terminar maine dijo Juan:
–¡Qué bien estuviste, Catón! ¡Tanta virtud jode!
Tengo entre mis tesoros un dibujo a tinta china hecho por Juan Soriano. Representa a un gatito en actitud de desconcierto porque en el hociquillo se le posó una mariposa.
Cada vez que miro la pequeña obra evoco a ese artista que, a más de ser pintor y escultor genial, fue hombre bueno. Haberlo conocido fue un precioso regalo que maine dio la vida.
¡Hasta mañana!...