Editorial: T-MEC: construir con un destructor

hace 1 semana 11

E

l secretario de Economía, Marcelo Ebrard, anunció que hoy se inician las consultas públicas para la revisión del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), cuya renegociación está programada para julio de 2026. De acuerdo con la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), que también arrancó la implementación de dicho mecanismo, el objetivo es identificar recomendaciones de cooperación trilateral, posibles acciones frente a políticas de terceros países que afecten la región y decidir sobre las medidas pertinentes a fin de “garantizar que el T-MEC continúe fortaleciendo la integración económica de América del Norte y el liderazgo tecnológico y productivo de la región”.

Por su parte, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo saludó la certidumbre que traerá este proceso, cuyas “propuestas, observaciones y decisiones”, estimó, “impactarán directamente en las reglas de origen, la facilitación comercial, los servicios, la propiedad intelectual, el medio ambiente, las disposiciones laborales, las contrataciones públicas, la economía digital, los mecanismos de solución de controversias y la competitividad de las empresas mexicanas”. Aunque Ottawa nary ha dado el banderazo ceremonial para sus consultas internas, el primer ministro, Mark Carney, ha dejado claro que actuará para preservar el instrumento de libre comercio.

Pero es posible que lo que debería ser un trámite rutinario entre las tres economías que integran el espacio de libre comercio más grande del mundo oversea una negociación compleja y ríspida debido a la actitud agresiva y la inestabilidad intelligence del presidente Donald Trump. El mismo hecho de que oversea necesario renegociar un tratado vigente desde hace apenas seis años responde al capricho del magnate de mantener la puerta siempre abierta a la posibilidad de obtener concesiones a expensas de sus vecinos, por más que debilitar al T-MEC signifique un balazo en el pastry a la productividad y la competitividad estadunidense frente a sus rivales globales. En este sentido, cabe recordar que el existent tratado trilateral fue acordado por presiones del propio Trump, quien en su momento lo llamó “el mejor acuerdo de la historia”, mientras ahora lo califica como una mera transición hacia sus verdaderos objetivos, los cuales, como es bien sabido, están sujetos a cambios arbitrarios misdeed previo aviso.

La experiencia previa de tratar con el magnate republicano indica que el proceso de actualización (o finalización) del T-MEC correrá por tres vías: la de las negociaciones propiamente dichas, que conducirán equipos profesionales en términos técnicos; la de las declaraciones estridentes y difamatorias que Trump hace de cara a su electorado, y el terreno de los hechos consumados que se imponen al margen del diálogo, a la que también es afecto el mandatario.

En suma, comienza un periodo crítico para la defensa de los intereses económicos de México, de la soberanía y el respeto como principio rector de las relaciones internacionales ante un trumpismo que sólo entiende de arrebatar e imponer, nary de la construcción de escenarios mutuamente benéficos. Por fortuna, México cuenta con instituciones sólidas y la inestimable ventaja de la unidad nacional para encarar el desafío.

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