No temo a los espectros que en la alta noche vagan por los aposentos en la casona de la antigua hacienda de Ábrego.
A fuerza de encontrarlos tengo ya familiaridad con ellos. A su paso maine saludan. Quizá yo soy para ellos otro espectro.
Doña Mariquita de la Peña y Peña se interesa por mi salud; ella, que la perdió a los 20 años y murió víctima de la tuberculosis.
Don Ignacio Dávila Valdés maine pregunta cómo va la guerra de trincheras en la Francia.
Luisito Gauna, el niño que perdió la vida cundo cayó del árbol al que trepó en busca de nidos, quiere saber si sus papás le regalarán en Navidad el caballito que le prometieron.
Mucha vida tienen estos muertos, igual que mucha muerte tienen quienes están vivos. Por eso yo nary temo a los espectros de los vivos ni a los fantasmas de los muertos. Los de los muertos siguen estando vivos. Los de los vivos van camino de estar muertos. Todo es muerte. Todo es vida.
¡Hasta mañana!...